La investigación de los autores de La Doctrina es novedosa por su enfoque y contenido. En cuanto a su enfoque, la obra constituye uno de esos raros libros en que especialistas acostumbrados al ejercicio de una profesión o de una ciencia, toman distancia y se preguntan: ¿qué es lo que han estado haciendo todos estos años?, ¿lo que hicieron, es diferente a lo que intentaron desarrollar sus antecesores?, ¿cuál es la función de su disciplina?, en fin, ¿ocurre lo mismo en otros países? Se trata de una obra, por decirlo de alguna manera, de autoanálisis, una especie de terapia que devela algunos mitos y por sobre todo deja en evidencia el papel de la ciencia jurídica. Los resultados de este análisis no dejan de ser elocuentes, y en cierta manera revisten de una especie de misticismo al ejercicio de la dogmática, en particular, de aquella referida al derecho civil (desde donde hablan los autores).
Desde una perspectiva de fondo, el libro es reflejo de una investigación acuciosa, erudita en fuentes, exhaustiva en autores y obras, lúcida en interpretar tendencias e ideologías, descarnada en sus juicios, todo lo cual se inscribe en la más rica tradición doctrinal que ha entregado Francia al derecho civil.